Emociones en la toma de decisiones

Invertir en el mercado financiero puede ser emocionante y gratificante, pero también puede ser un terreno resbaladizo. Una de las mayores barreras para tomar decisiones financieras inteligentes es el manejo de las emociones. Los inversores a menudo son víctimas de su propio optimismo, miedo, impulso o incluso del efecto manada.

Las emociones y “el pálpito” tienden a influir en la toma de decisiones de inversores que operan de manera independiente, y en la mayoría de los casos influyen sin elementos de análisis táctico ni fundamental en la toma de decisiones.

La psicología de la inversión demuestra que nuestras emociones pueden ser un obstáculo importante para lograr el éxito financiero. El miedo a perder dinero puede llevar a la venta en momentos inadecuados, perdiendo de este modo la oportunidad de obtener rendimientos a largo plazo. Como así el optimismo, o expectativa sin fundamentos adecuados, puede llevarnos a riesgos que no estén alineados con nuestro perfil de inversión.

En momentos de mayor volatilidad del mercado, las emociones suelen intensificarse. El pánico es contagioso y nadie quiere ser el último o el único en no salir a tiempo. Esto se lo conoce como efecto manada. Por otro lado, en momentos de euforia del mercado nadie quiere quedarse afuera y la codicia puede hacer que los inversores ignoren señales de advertencia.

Aquí es dónde entra en juego el papel del asesor financiero. Su conocimiento no sólo entiende de aspectos técnicos, sino que a su vez su experiencia hace que esté capacitado para lidiar este tipo de emociones. El asesor conoce (o debería conocer) a su cliente por lo que va a proporcionar orientación racional y perspectiva a largo plazo. Evitando así decisiones impulsivas basadas en el pánico o la euforia.

Beneficios de un asesor financiero

  1. Neutralidad emocional: el asesor no está influenciado por las mismas emociones que los inversores individuales. Tienen la capacidad de evaluar la situación de manera objetiva y proporcionar consejos imparciales desde un punto de vista profesional.
  2. Planificación estratégica: los asesores son buenos en establecer metas financieras realistas y establecer estrategias de inversión a largo plazo. Su enfoque es ese, lo que reduce el riesgo de tomar decisiones precipitadas.
  3. Educación financiera: los asesores no solo guían a sus clientes en la toma de decisiones, sino que también los educan sobre cómo funciona el mercado y las consecuencias que pueden tener las decisiones basadas en el corto plazo.
  4. Monitoreo continuo: un asesor de inversión realiza un seguimiento constante de la cartera de sus clientes y ajustes según las necesidades y oportunidades que presente el mercado. Esto le quita presión al inversor individual para la toma de decisiones constantes, y le brinda el soporte necesario a aquellos que no tienen la capacidad de estar actualizados con el mercado de forma permanente.

Recuerden que la paciencia, la perspectiva, el mantenerse ajustados al objetivo trazado y el conocimiento del mercado son tan valiosos como los números en si mismos.

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