El montañismo tiene como motivación el destino; la montaña y su recorrido suele ser por rutas de gran dificultad.
En el montañismo, al igual que en el mercado financiero, la bajada siempre es más difícil que la subida. La técnica del alpinista no es la misma, la velocidad cambia y debe descender con mucha cautela, no sea cosa que resbale.
Dice el dicho que “Hay que ver el bosque y no solo el árbol”, en este sentido hay que mirar al horizonte, la cadena montañosa, tomar un respiro y establecer una estrategia.
En el mercado, ¿se pueden tomar otros senderos? ¡Claro que sí!
¿Pero qué pasa con el que ya tenía trazado y planificado con tiempo, antes de emprender el viaje? ¿Es bueno? ¿Confío en que es la ruta adecuada?
En el mercado financiero, sean pequeñas correcciones o fuertes caídas, los años negativos solo representan el 25% de la experiencia a largo plazo de los mercados de valores desde 1901 (y esto incluye la Gran Recesión). Incluso teniendo en cuenta esos mercados bajistas, la rentabilidad anual media desde entonces fue del 11,75%.
Si analizamos la historia de los últimos 70 años, ha habido muy pocos períodos en los que las acciones hayan caído más de un 20%. Y en todos esos casos, las acciones terminaron por recuperarse y alcanzar nuevos máximos.
Se podría decir que estamos en el tramo de la ruta donde hay que sacar el impermeable y rompe vientos para seguir. Porque de eso se trata, el alpinista no frena en plena bajada ni toma decisiones precipitadas, sino a conciencia y con determinación.
¿Cuánto más falta para llegar?
¿Vendrá una nueva montaña al bajar esta?
¿Hay, o no, montañas más altas después de la bajada actual?
Estamos en un tramo del camino sinuoso; hay que aprovechar los llanos y lo senderos señalizados para tomar decisiones estratégicas y continuar el viaje.